La maleabilidad es un característica de los materiales que permite la obtención de láminas muy delgadas. Con el calor aumenta la maleabilidad. Los metales más maleables, en orden de mayor a menor maleabilidad, son los siguientes: oro, plata, platino, cobre, estaño, plomo, zinc, hierro y níquel.

Una de las cualidades físicas que más destacan del oro es su maleabilidad, es decir, la capacidad de deformarse sin romperse cuando se le aplica una presión. Este principio es bien conocido desde hace muchos siglos y empleado en el arte y la tecnología: un lingote de oro del tamaño de una cajetilla de tabaco puede extenderse mediante la presión hasta ocupar una superficie de más de 3.000 m2, equivalente a una docena de pistas de tenis.
La maleabilidad, puede ser medida con los aparatos que miden la elasticidad, y el desplazamiento que puede sufrir la masa de determinado cuerpo, cuando es sometido a una fuerza explicada, los aparatos que pueden medir este tipo de magnitudes son: El flexómetro y el Fleximetro. La maleabilidad es similar a la ductilidad solo que mide la capacidad de fabricar laminas, es decir que la maleabilidad mide la superficie por unidad de material empleado: m²/gr
