"Mi hija no era buena estudiante en otras ramas, pero hace dos años encontró su pasión: Ser soldadora. El día después del 8M, Día Internacional de la Mujer, le dijeron que la rechazaban para unas practicas en una empresa por ser mujer. Nunca la había visto llorar tanto", así habla María, la madre de una chica de 17 años que ha denunciado esta situación en redes sociales.
"Estudio Fabricación y montaje. Mi pasión es llegar a ser soldadora. En clase somos 20, 19 chicos y yo. Todos han conseguido prácticas menos yo, me han rechazado porque dicen que no hay ropa, ni vestuarios, ni baños para mujeres ¿no puedo ser lo que yo quiera por ser mujer? ¿por qué? no lo entiendo", dice su mensaje.
Esta joven, Iria, estudia en la Universidad Laboral de A Coruña, en Culleredo. Al principio pensó en ser Auxiliar de enfermería pero probó a estudiar Fabricación y Montaje y descubrió que lo que ella quería ser era soldadora. "Estaba muy ilusionada con las prácticas que le tocaban este año pero no me esperaba que esto pudiera pasar", cuenta Iria.
Ella es la mejor de su clase "con diferencia", explica su madre. Son 20 en clase, 19 chicos y ella. "Todos sus compañeros la piden ayuda, la piden los apuntes. Saca todo sobresaliente". Con tan buenas notas tuvo la opción de elegir la empresa a la que le gustaría ir, "una cerca de casa". Pero no fue así. Cuando la empresa se enteró que de los 20 alumnos le tocaba una chica dijo que "lo sentimos mucho pero no tenemos vestuarios femeninos ni instalaciones para que se cambiase una mujer y no podemos aceptar su solicitud", asegura María.
"Fue una excusa. Cuando llegó a casa se puso a llorar desconsoladamente. Estaba enfadada y triste ¿Cómo pueden seguir pasando estas cosas?", se preguntaban madre e hija.
Ante esta situación la Universidad Laboral de A Coruña no se ha quedado quieta. Ni la tutora de Iria ni el director del centro estaban dispuesto a dejar pasar por alto esta situación. Así que se pusieron a llamar empresa por empresa contando que esta joven es la mejor de la clase y que le dieran una oportunidad para hacer las prácticas. No hubo que esperar mucho. Al día siguiente por la noche habían conseguido una empresa que esta encantada de tener Iria y aseguran que disponen de vestuarios femeninos.
"Sabíamos que ser soldadora no es fácil para una chica. Para empezar no hay ropa con tallas de mujer. Su abuela ha tenido que ajustarle el mono que llevan porque le quedaba enorme. Además se tiene que poner cartones por detrás en la máscara que lleva para proteger la cara porque sino se le cae. También lleva dos números más de la botas de seguridad porque es imposible encontrar su talla. Ya sabíamos que no era sencillo pero que te cierren la puerta en las narices es muy duro. Y solo por ser mujer", asegura la madre de esta joven.
"La primera vez que cogí el soplete aluciné. Me encantó la sensación", dice Iria, que asegura entre risas que no pesa mucho. Una historia que ha terminado con final feliz pero que, como dice su protagonista, hay que denunciar para que pase cada vez menos. "Hay trabajos que son mayoritariamente masculinos pero que podemos hacer perfectamente las chicas. No se necesita una fuerza bruta, al revés a veces para entrar en algunos sitios a soldar es mejor ser menos grande", cuanta Iria. "Queda mucho por hacer pero con estas pequeñas cosas y con el apoyo que he tenido seguiremos luchando. Lo más importante es que en 10 días empiezo las prácticas y voy a demostrar lo que valgo", concluye.
Fuente: niusdiario
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