El supervisor entró en el horno de la fabrica para limpiarlo, pero un compañero de trabajo encendió la máquina sin darse cuenta de que el estaba dentro, donde se pueden alcanzar temperaturas de 280° grados. La compañía afronta cargos por homicidio impremeditado.

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Aparentemente Alan intentó con todas su fuerzas golpear el vidrio protector de la puerta que cerraba su camino hacia fuera con una barra de hierro, pero debido al sonido de la fábrica industrial nadie escuchó nada.
Los trabajadores se dieron cuenta del suceso hasta que vieron salir humo abundante del horno, por lo que se percataron que algo no andaba bien. Alan era padre de tres y su autopsia marcó que murió de quemaduras severas.
En la fábrica especializada en crear kayaks, el hombre llevaba trabajando más de 15 años, e incluso su esposa y una de sus hijas también trabajaban en el lugar.